En un reciente ajuste a las previsiones económicas para México, el Banco Mundial ha rebajado su proyección de crecimiento para el país al 2.3%, una disminución respecto al 2.6% estimado previamente en enero. Este cambio se atribuye a la falta de la esperada afluencia de inversiones vinculadas al traslado de plantas de empresas extranjeras y al entusiasmo generado en torno al nearshoring. William Maloney, el economista jefe para América Latina en el Banco Mundial, señaló la discrepancia entre las cifras anticipadas de Inversión Extranjera Directa (IED) y la inversión real en nuevas instalaciones de fabricación, indicando que «no estamos viendo grandes incrementos o un mayor desempeño en el sector manufacturero».

La revisión del Banco Mundial se alinea estrechamente con el consenso de mercado, reflejado en la encuesta más reciente de Citibanamex que se sitúa en el 2.4%. Sin embargo, cae por debajo del umbral inferior de la gama de crecimiento económico proyectada por el gobierno federal mexicano en el informe Pre-Criterios 2025, que varía entre el 2.5% y el 3.5%, y también es inferior al crecimiento del 2.7% anticipado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). A pesar de estos ajustes, expertos del Banco Mundial anticipan que México superará el promedio regional, proyectado en un crecimiento del 1.6% para el año, marcando el tercer año consecutivo en que México supera el desempeño promedio de América Latina, subrayando su resiliencia frente a los desafíos económicos prevalecientes.

Además de las preocupaciones económicas, Maloney abordó las tensiones diplomáticas en curso entre México y Ecuador, enfatizando las posibles implicaciones para el sentimiento de inversión. Aunque tales conflictos pueden no impactar directamente en la economía de México, destacó que eventos de esta índole incrementan la incertidumbre en torno al ambiente de negocios general, resaltando la importancia de una resolución rápida para la estabilidad. Con los encuentros de primavera en el horizonte, México emite señales contradictorias, enfrentando barreras persistentes para la inversión, incluidas dificultades como escasez de electricidad y agua, junto con una falta de orientación percibida para los inversores extranjeros que navegan por el panorama regulatorio del país.